viernes, 1 de noviembre de 2013

Cómo nace la celebración del Día de Todos los Santos.

 El Día de Todos los Santos es una tradición católica instituida en honor a todos los santos, conocidos y desconocidos, según el papa Urbano IV, para compensar cualquier falta a las fiestas de los santos durante el año por parte de los fieles. 

¿Cómo surgió esta tradición católica?

 La Iglesia primitiva acostumbraba a celebrar el aniversario de la muerte de un mártir en el lugar del martirio. Frecuentemente los grupos de mártires morían el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común. En la persecución de Diocleciano el número de mártires llegó a ser tan grande, que no se podía separar un día para asignársela. Pero la Iglesia, creyendo que cada mártir debía ser venerado, señaló un día en común para todos. La primera muestra de ello se remonta a Antioquia en el Domingo antes de Pentecostés.

 También se menciona este día en común en un sermón de San Efrén el Sirio en 373. En un principio solo los mártires y San Juan Bautista eran honrados por un día especial. Otros santos se fueran asignando gradualmente, y se incrementó cuando el proceso regular de canonización fue establecido; aún, a principios de 411 había en el Calendario caldeo de los cristianos orientales una “Commemoratio Confessorum” para el viernes. En la Iglesia de Occidente, el papa Bonifacio IV, entre el 609 y 610, consagró el Panteón de Roma a la Santísima Virgen y a todos los mártires, dándole un aniversario.


 Gregorio III (731-741) consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los santos y fijó el aniversario para el 1 de noviembre. Gregorio IV extendió la celebración del 1 de noviembre a toda la Iglesia, a mediados del siglo IX.

¿Qué es un Santo en realidad?

 La Iglesia Católica los identifica como aquellos que dedicaron con gran esfuerzo que su vida sea lo más agradable posible ante los ojos del Señor.

 Para ser santo se tiene que ser canonizado por el Sumo Pontífice, luego de haberse corroborado su participación en milagros de rango admirable, y por llevar una vida fácilmente comprobable como heroica. Realmente este título amerita el estudio profundo del estilo de vida del aspirante con la finalidad de determinar si fue realmente ejemplar, y de esta manera ser declarado primeramente Siervo de Dios. Si además se considera que posee virtudes heroicas se declara Venerable.

 Seguidamente, si es partícipe de algún milagro científicamente inexplicable se declara como beato. Y si luego se conoce de algún nuevo milagro por el cual se haya intercedido, se declara por el Papa como Santo. Además de ser un procedimiento riguroso, el mismo puede tardar hasta más de 100 años de ejecución para la proclamación de un Siervo de Dios como Santo. Incluso se dice que existen muchos Santos que no han sido canonizados y que la celebración de este día es especialmente dedicada a ellos.

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